viernes, 29 de mayo de 2009

"Grandes sujetos, pequeños espacios. Postestructuralismo y anarquismo." por Todd May

«Querría decir algo sobre la función de cada diagnosis sobre la naturaleza del presente. Cualquier descripción debe siempre concordar con aquellas fracturas virtuales que abren los espacios de libertad entendidos como un espacio de libertad concreta, esto es, de cambio posible»
Michel Foucault

«…Obviamente toda una serie de victorias parciales e incompletas, de concesiones obtenidas de los que detentan el poder, no será suficiente para llegar a una sociedad anarquista, pero ampliará el alcance del libre actuar y el potencial de libertad en la sociedad que tenemos.»
Colin Ward

La dificultad para valorar la filosofía política de los post-estructuralistas franceses -Foucault, Deleuze, Lyotard, en particular- es inseparable de la dificultad de comprender cuál es su filosofía política general. Que ellos han rechazado el marxismo como el criterio adecuado de actuación social y política, es cosa clara. Pero con qué lo han sustituido es todavía objeto de controversias. Esto es debido al hecho de que, en vez de ofrecer una teoría política general, los post-estructuralistas nos han suministrado análisis específicos de situaciones concretas de opresión. Su atención se centra en la locura, la sexualidad, el psicoanálisis, el lenguaje, el inconsciente, el arte, etc.; pero no sobre un criterio unitario acerca de lo que es política o de las modalidades de su conducción en el mundo contemporáneo. Esta ausencia, o rechazo, de una teoría general ha llevado a algunos críticos a acusar a los post-estructuralistas de nihilismo. La base sobre la que se construye tal presupuesto es que se debe poseer una posición política previa a confrontar con la situación política presente, a fin de ayudar a comprender los defectos del presente y los posibles itinerarios para llegar a un remedio de tales defectos. El anarquismo a menudo se archiva según los mismos criterios aplicados para el post-estructuralismo dado su carácter de relativismo ético o caos voluntarista. Pero la tradición teórica del anarquismo, aunque no igual de voluminosa que la del marxismo o el liberalismo, suministra un contexto general en el ámbito del cual el pensamiento post-estructuralista puede ser situado y ser así valorado de manera adecuada. Lo que sigue propone llegar a considerar el post-estructuralismo como una forma contemporánea de anarquismo. Se discutirá en primer lugar la tradicional posición anarquista. En segundo lugar, se tomará en consideración la crítica post-estructuralista de algunos conceptos del siglo XIX que están en la base de la lectura anarquista. En tercer lugar, se esbozará un anarquismo libre de tales conceptos y más consonante con el pensamiento político francés contemporáneo, lo que podríamos denominar como un anarquismo post-estructuralista. En este esbozo se mostrará como tal anarquismo está libre de los problemas que vician lo que podría ser definido como una teorización «fundamentalista» del anarquismo.

DESDE ABAJO Y DESDE DIVERSOS PUNTOS

EN el conflicto entre Marx y Bakunin, que marcó la primera internacional, estaban en cuestión tanto el método como los fines de la organización del proletariado contra la burguesía. Lo que Bakunin encuentra errado en la política de Marx, tanto en la estrategia como en los fines, es la idea de la representación como concepto político. Allí donde hay representación hay opresión. El anarquismo puede ser definido como la lucha contra la representación en la vida pública. El pensamiento anarquista no confía en la representación política porque considera la cesión del poder como una invitación al abuso. En este sentido, no sólo el poder estatal o el económico quienes merecen desconfianza, sino todas las formas de poder ejercidas por un grupo sobre otro. La adopción directa de decisiones a lo largo de los varios registros de la vida social de una persona permite un acercamiento más descentralizado a la intervención política que el que permite el marxismo. Para este último, aunque haya toda una serie de áreas sociales que pueden, estrictamente hablando, no ser reducibles a la estructura económica capitalista, es siempre el capitalismo el que funda su posibilidad. Al fin y al cabo sólo una intervención es la que cuenta: la intervención para apropiarse del plusvalor a través de la conquista de los medios de producción y la toma de posesión del Estado. El marxismo, independientemente de cuánto ha apoyado las luchas contra el racismo, el sexismo, etc., siempre las ha visto como estratégicamente subordinadas a la lucha por el socialismo económico. Y es por esto que se presta a formas centralizadas de lucha de representación política.

CAPACIDAD NATURAL

EL anarquismo cuestiona el sometimiento de los individuos a un ideal superior, pues éste siempre tiende a eliminar la propia capacidad de reflexionar en situaciones irreductiblemente concretas. Se pide a los individuos que se subordinen a un ideal que pretende realizar su naturaleza más alta, pero que en realidad los separa de las propias capacidades de reflexión crítica y de acción ponderada. Si se quiere que los individuos estén en condiciones de actuar autónomamente, es necesario permitirles considerar las situaciones en las que se encuentran en su especificidad y materialidad, y no impulsarles a someterse a una fórmula abstracta que se impone a las situaciones desde lo alto.

Es aquí donde se encuentra el a priori del anarquismo tradicional: la fe en el individuo. La más clara formulación formulación contemporánea es la del anarquista norteamericano Murray Bookchin: «Los individuos siempre revelan poseer la capacidad natural -en los hechos una propensión- de idear soluciones sociales al mismo tiempo justas y eficaces. Es sólo en situaciones de desigualdad, en las cuales se permita a algunos individuos tener poder por encima de otros, que las capacidades individuales son deformadas y dirigidas hacia la opresión, en vez de hacia el respeto recíproco y la creatividad. Las características del privilegio y toda posición privilegiada, la característica común que distingue a todas las instituciones que oprimen -políticas, económicas, religiosas, patriarcales y de otro tipo- es la represión del potencial individual».

DESHACERSE DEL SUJETO

Hay, en la superficie, numerosas similitudes entre el pensamiento anarquista tradicional y la teoría post-estructuralista. La crítica de la representación es un tema central de los post-estructuralistas. Descentralización, actuación local, descubrimiento del poder en sus variadas facetas y no como un sólo estado, son las características que distinguen los análisis de los post-estructuralistas. Sin embargo, si se debiera caracterizar el pensamiento político post-estructuralista con una única propiedad, la elección recaería sobre la crítica de la teoría del sujeto. El anarquismo tradicional afirma que sin una confianza en el individuo no tiene absolutamente ningún sentido hablar de autonomía. El anarquismo tradicional se funda sobre el concepto de que el individuo posee una reserva que es irreductible a los ordenamientos sociales del poder. ¿Por qué la teoría post-estructuralista rechaza el concepto de autonomía individual, que es la primera piedra de la teoría anarquista tradicional? Foucault, Deleuze, Lyotard no buscan el cambio social en menor medida que los anarquistas. Pero si no tienen confianza en una reserva en el ámbito del sujeto, que constituye la fuente del cambio, ¿dónde la encontrarán? Ciertamente no en una agente externo (ideología) que ellos unánimemente rechazan. La renuncia al individuo o al sujeto autónomo como lugar de resistencia y su sustitución por «otro algo» constituye el paso decisivo de un concepto de resistencia radicado en el siglo XIX a concepciones más actuales.

Los motivos para deshacerse del sujeto como lugar de resistencia son históricas y conceptuales. Históricamente la revolución pre-anunciada por Marx no se ha verificado, al menos en Occidente. Este fracaso es en parte debido al hecho de que las clases obreras de las naciones industriales desarrolladas no han ido empobreciéndose, como Marx pensaba que sucedería. Sin embargo, la razón del fracaso de las previsiones revolucionarias está en parte adscrita a la capacidad del capitalismo de manipular la subjetividad. La Escuela de Frankfurt, por ejemplo, ha tratado de explicar la ausencia de revoluciones recurriendo a la capacidad del sistema cultural de absorber toda resistencia y, con ella, toda subjetividad. En el caso de los acontecimientos de Mayo del 68 en Francia, los estudiantes afirmaban que el capitalismo contemporáneo crea un espectáculo en el que cada uno está obligado a participar. En definitiva, la reserva de autonomía individual ha sido absorbida por los sistemas de opresión y, por tanto, no está adaptada para formar la base de un cambio social.

La puesta en cuestión de la autonomía individual, sin embargo, es más que un hecho histórico. La filosofía del siglo XX ha llegado a concebir el sujeto como una entidad cubierta de fuerzas que anteriormente eran consideradas externas a él.

LA TRAMPA DE LA IDEOLOGIA

Sin embargo, no es en favor del caos por lo que el post-estructuralismo ha rechazado las ideologías. Lo que en cambio ha ofrecido son análisis precisos de la opresión. Ellos prefieren comprometerse en lo que se ha definido a menudo como «micropolítica»: una teorización de regiones, tipos o niveles de actividad política, pero que no pretende ofrecer una teoría política general. La opresión debe ser analizada y combatida sobre muchos registros y en los muchos nexos en los cuales se descubre. Para los post-estructuralistas hay un Stalin a la espera de cada teoría política global: o se nos adapta a los conceptos sobre los cuales se basa, o bien es necesario ser cambiados o eliminados en favor de tales conceptos.

La indefinición de un modelo de sujeto a liberar es la trampa en la que han caído los anarquistas. Para el anarquismo tradicional, la anormalidad debe ser curada, en vez de expresada; y aunque es mucho más tolerante en la confrontación de las «desviaciones» de las normas en materia de sexualidad y de otros comportamientos, queda en tal anarquismo el concepto de la norma como prototipo de lo propiamente humano e individual. Este prototipo, han sostenido los post-estructuralistas, no constituye la fuente de la resistencia contra la opresión en la época contemporánea: es más, con su unidad y su actuar concreto es una de las formas de opresión.

El anarquismo tradicional, en sus conceptos ideológicos -y, además, por el hecho de tener conceptos fundacionales- traiciona las intuiciones que constituyen su núcleo. Toda ideología es una forma de representación y, por tanto, el anarquismo como crítica de la representación no puede ser construido sobre una base de conceptos cerrados y dados para siempre.

Las ideas de Foucault, Deleuze y Lyotard no buscan definir un sujeto oprimido al cual liberar y se dirigen en cambio a favorecer las luchas de los diversos grupos ofreciendo análisis, estrategias, así como críticas políticas y teóricas de las diferentes opresiones. «El intelectual no debe desarrollar el rol de aquellos que dan consejos. Pertenece a los mismos que luchan y debaten con ellos el proyecto, las tácticas y los blancos necesarios en la resistencia. Lo que el intelectual puede hacer es dar los instrumentos de análisis» (M. Foucault). El post-estructuralismo deja la decisión de cómo liberarse a los oprimidos, limitándose a suministrarles los instrumentos intelectuales que podrán ser útiles durante el camino.

Buscar una teoría general, fuera de todo conflicto específico es comprometerse de nuevo con el proyecto de construir los fundamentos ideológicos de un proyecto de representación. Más allá del punto de los valores locales que permitan resistir a lo largo de toda una serie de registros distintos, no hay más teoría, sino sólo lucha.

Por lo tanto, la teoría post-estructuralista es más coherentemente anarquista de cuanto la teoría anarquista haya dado prueba de ser. La fuente teórica del anarquismo -el rechazo de la representación mediante medios políticos o conceptuales- encuentra la más precisa articulación de sus fundamentos en los teóricos post-estructuralistas. Reiner Schurman tenía razón al definir el lugar de la resistencia en Foucault como un «sujeto anarquista» que lucha contra la ley de totalización de lo social. El tipo de actividad ejemplificado por los post-estructuralistas consiste en análisis específicos más que en una crítica global. Los anarquistas tradicionales señalaban los peligros de una dominación de la abstracción; los post-estructuralistas han tenido en cuenta estos peligros en todas sus obras. Han producido un cuerpo teórico que se desarrolla en una época que ha visto demasiada representación política y demasiada poca autodeterminación. Lo que buscan, sea el anarquismo tradicional o el post-estructuralismo contemporáneo, es una sociedad -o mejor, una serie de sociedades- en la cual a las personas no se las diga quiénes son, qué quieren y cómo vivirán; estando ellas en condiciones de decidir estas cosas por si mismas.

Estas sociedades constituyen un ideal y, como los post-estructuralistas reconocen, un ideal probablemente imposible. Pero es en los tipos de análisis y en las luchas que tal ideal promueve -análisis y luchas tendentes a abrir espacios concretos de libertad en el campo social- que reside el valor de la teoría anarquista, sea tradicional o contemporánea.

Todd May

(Extraído y resumidos de «A Rivista Anarchica», traducción Pablo Serrano)

jueves, 28 de mayo de 2009

reggae roots latino

EL HEDONISTA: ASI PUES PARA KE CONOZCAN EL BUEN REGGAE ROOTS LATINOAMERICANO EL HEDONISTA LES DEJA ESTA PAGINA. TIENE UNA BUENA SECCION DE MP3 PARA BAJARSE.
http://www.reggaelatino.com/

miércoles, 27 de mayo de 2009

¿A dónde ahora? Algunos pensamientos sobre el crear la anarquía x Feral Faun

NOTA DE EL HEDONISTA: ESTE TEXTO ME ENAMORO RECIENTEMENTE Y ASI EL HEDONISTA DECIDIO TRADUCIRLO PARA QUE SE INSPIREN ALLA GENTES AFINES A EL Y TALVES ALGUIEN CON QUIEN ME ENCUENTRE EN ALGUN MOMENTO A COMPARTIR LO BELLO DE VIVIR PLENAMENTE. DISFRUTENLO!!!!

“Cualquier sociedad que tu construyas tendrá sus limites. Y fuera de los limites de cualquier sociedad los desobedientes y heroicos vagabundos deambularan con sus pensamientos salvajes y vírgenes...planificando cada ves nuevos y terribles estallidos de rebelión”
Renzo Novatore

Yo siento que no es posible una sociedad en la cual yo pueda encajar, que cualquier forma que la sociedad tenga, yo seria un rebelde. A veces, esto me llena de la alegría de los “desobedientes y heroicos vagabundos” de los cuales Renzo Novatore habla, pero a menudo esto me deja sintiéndome un poco bastante solo y aislado.

Yo vivo en una “sociedad” ahora –en una situación en la cual los roles sociales son usados para reproducir relaciones sociales. ¿Serán las formas en la cual nosotrxs nos relacionamos cuando estamos fuera de armadura de carácter y de roles sociales todavía relaciones sociales? Yo avizoro un mundo en el cual nosotros podamos vivir nuestras vidas plenamente, como seres unicxs, salvajes, moviéndonos libremente dentro y fuera de relaciones con otros tanto como nuestros deseos nos motiven, nunca creando los tipos de estructuras complejas de relaciones formalizadas que yo entiendo como “sociedad”. Es solamente en este tipo de mundo en el cual puedo imaginarme sentirme en casa. Pero en realidad no se como el ir hacia crear este tipo de mundo.

Muchos de mis amigos no estarán de acuerdo en mi perspectiva sobre la sociedad, pero todxs estamos de acuerdo en que queremos crear formas de relacionarnos que sean radicalmente diferentes de lo que la presente sociedad autoritaria, capitalista nos ofrece. Todos nosotros parece estamos en incertidumbre sobre como podemos destruir esta sociedad y aprender a relacionarnos libremente. Claramente, necesitamos examinar lo que consideramos nuestra practica radical.

Yo he escrito artículos y hojas volantes. No tengo ilusiones sobre la naturaleza radical de estos proyectos. Estos perpetúan ciertos tipos de relaciones sociales alienadas, y estoy plenamente conciente de esto. Pero escribo con la esperanza de inspirar algo mas allá de lo escrito. Esperaría que lo que es único en lo que escribo tocaría a algún otro individuo único, permitiéndonos romper la pared de las palabras escritas y talvez encontrar y crear proyectos juntos. Esto no ha pasado a menudo de todas formas-usualmente, la relación social de la palabra impresa se mantiene intacta.

En la situación presente, el fraude y el robo son formas de sobrevivencia que son en alguna medida radicales. Estas pueden envolver un elemento de juego y aventura que no se encuentran en los trabajos regulares, pero estos son básicamente todavía formas de reproducirnos a nosotrxs mismxs en esta sociedad y en esta forma son, en cierto sentido, trabajo. De todas formas en una pequeña medida, el robo ayuda a sabotear a la mercancía, debido a que estas tomando algo sin pagar por ello. Pero la necesidad de secretismo limita a este elemento de critica radical. Lo que es mas radical sobre el fraude y el robo-así como la ocupación, el buscar cosas en la basura o el recoger desechos de la agricultura- es el que estos reducen drásticamente nuestra necesidad de trabajar y libera a nuestro tiempo para perseguir cosas que valgan mas la pena. Pero en si mismas son básicamente solo tácticas de sobrevivencia.

El vandalismo y el sabotaje son ataques a la propiedad y, en tanto, a la sociedad. Pero, como la mayoría de la gente los emplea, son solo ataques limitados. Son en mucho solo reacciones a actos particularmente ofensivos de la autoridad. La extensión de la critica puede ser fácilmente silenciada por su adherencia a algún tema particular-recuperándolo para la sociedad. De todas formas el vandalismo y el sabotaje son ataque activo a la sociedad en algunas veces pueden efectivamente sabotear algunos de los proyectos del Capital. Pero a lo máximo solamente expresan el lado destructivo de la rebelión anárquica.

Todas estas actividades valen la pena como parte de nuestra rebelión en contra de la sociedad, pero todas son limitadas. Ninguna de estas nos llevan mas alla del contexto de esta sociedad. Cada una de estas actividades son, al menos parcialmente, creadas por la sociedad como reacción en contra de esta. Estas no nos liberan de la sociedad o amplían lo que es único en nosotrxs. Estas solo nos ponen al filo de las sociedad (lugar que es ciertamente el lugar mas libre y disfrutable en el cual se puede estar en la sociedad), y eso no es suficiente para aquellos de nosotros que queremos vivir nuestras vidas hacia los limites.

“No a los márgenes de lo que colapsa
No a los márgenes de lo que se cae
Pero al centro de lo que esta...creciendo”

En tanto nosotros crear nuevas formas de relacionarnos, formas en las cuales hacer crecer nuestra individualidad única, no roles sociales, nosotrxs no podemos solamente reaccionar contra la sociedad-haciendo esto el centro de nuestra actividad y nosotros solamente en los márgenes. Cada uno de nosotros necesita hacer lo que es único para nosotros-nuestros propios deseos, pasiones, relaciones, y experiencias-el centro de nuestra actividad. Esto implica una concepción radicalmente diferente de revolución que aquella de los varios comunistas y anarquistas ortodoxos que se centran en “las masas”. Ni la clase trabajadora, no la actividad humana común puede crear la revolución de la cual estoy hablando. La rebelión del individuo en contra de los obstáculos de la sociedad-en contra de los procesos de la domesticación-son la base desde el cual el proyecto revolucionario tiene que crecer. Cuando los actos de rebelión de un numero de individuos coinciden y pueden abrazarse entre ellos, estos individuos pueden concientemente actuar juntos y en esta forma son las semillas de una revolución que puede liberar a cada uno como únicos, salvajes, individuos de espíritu libre. Pero ¿que significa esto en un nivel practico?

El hacernos a nosotrxs mismos el centro de nuestra actividad significa el relacionarnos con la sociedad y el relacionarnos los unos con los otros en formas nuevas. Cuando nosotrxs comenzamos a vivir en los términos de nuestros deseos y experiencias propias, nuestras pasiones y relaciones, nosotrxs nos encontramos a nosotrxs mismos perpetuamente-si a veces subliminalmente-en conflicto con la sociedad. En tanto la sociedad depende en la estructura y el orden, y lo que es único a nosotros es caótico e impredecible, nosotros tenemos una ventaja útil en esta lucha. Podemos estudiar a esta sociedad, aprender algo sobre como funciona y como se protege a si misma-evitando el caer en roles sociales y patrones predecibles-nuestras acciones parecerán venir de ningún lado, aunque causen estragos en nuestros enemigos. El rechazar a cumplir roles sociales en la forma esperada. El rechazar el pretender que aceptamos el tener que pagar por las cosas o trabajar para sobrevivir, rechazando el seguir reglas de etiqueta y protocolo-esto es un comienzo. Travesuras espontáneas (o aparentemente espontáneas) y happenings radicales -que no pueden ser atribuidos a los payasos, las compañías teatrales o otras entidades sociales-pueden exponer la naturaleza de un aspecto de la sociedad e inclusive exponer la naturaleza de un aspecto de la sociedad e inclusive el crear una situación en la cual la opción entre la vida libre y la mera existencia ofrecida por la sociedad no puede ser ya escondida. Actos de robo, vandalismo, y sabotaje, que salen de nuestros deseos en ves de ser meramente una reacción a una atrocidad social particular, serán mas impredecibles y mas frecuentes. Nuestra violencia contra la sociedad chocara como un trueno, impredeciblemente y con la intensidad de nuestro deseo a vivir nuestras vidas plenamente.

Pero para poder pelear inteligentemente por nosotros contra la sociedad se requieren conocimientos y habilidades. La sociedad, por medio de ponernos dentro de roles sociales, limita nuestros conocimientos y habilidades, y por esto necesitamos compartir esta información. Libros y artículos nos pueden ayudar en esto, pero estos están abiertos para el escrutinio publico-incluyendo el de las autoridades. Eso hace a nuestras actividades mas predecibles y a nosotrxs mas vulnerables. En tanto vías de compartir el conocimiento que crece de nuestras relaciones actuales como individuos únicos son necesarias de ser creadas.

Esta necesidad para compartir las habilidades coinciden con nuestro deseo de vivir la vida plenamente y el disfrutarnos lxs unxs a lxs otros como seres únicos, salvajes, haciendo de la exploración de nuevas vías de relacionarse entre nosotrxs una necesidad inmediata-no algo que deba postergarse hasta “después de la revolución”. Cada uno de nosotros es único y en tanto impredecible. Habiendo sido enseñados toda nuestra vida en el relacionarnos como roles sociales en ves de cómo seres únicos que somos, nosotrxs tenemos que respaldarnos sobre nuestra imaginación para crear nuevas formas de relacionarnos, no sobre algún patrón ya intentado-y ¿podría ser en alguna otra forma cuando nosotrxs no queremos crear nuevos roles sociales? En tanto las ideas que estoy compartiendo son tentativas, llamado hacia exploraciones hacia dimensiones desconocidas, invitándonos hacia aventuras que deben ser tratadas solo en tanto que nos cumplan nuestros deseos y nos expandan como individuxs unicxs. No hay nada revolucionario en si sobre estas exploraciones. Estas se convierten en revolucionarias solo en conjunción con una resistencia conciente y activa con respecto a la sociedad-un reconocimiento conciente que lo que nos hace únicos y la libertad como individuos esta en conflicto con la sociedad y que nosotros debemos destruirla en tanto autoliberarnos plenamente.

He pensado bastante sobre como explorar nuevas vías de relacionarnos en los años pasados recientes. Estas exploraciones necesitarían el estar basadas en los deseos únicos de cada uno de estos individuos envueltos y en la confianza mutua con respecto a el otro. En un comienzo mis pensamientos centrados principalmente en algún tipo de establecimiento rural/natural y correspondiente situación de vida que envuelva proyectos de naturalidad en expansión no relacionadas con la economía y resistencia al y sabotaje de la domesticación y de la autoridad. Lo mas que pienso sobre esto, lo mas que me parece que ese proyecto envolvería un compromiso de mis deseos reales propios-y muy probablemente recrearía la sociedad en una escala mas pequeña con individuos jugando roles sociales en ves de relacionarnos sobre la base en lo único de ellos.

Cuando la gente se junta sobre la base de cada uno de sus deseos únicos y la confianza entre ellxs, su unión es, por su naturaleza, muy transitoria. Los individuos vendrán y se irán tal como ellos deseen y participaran en la forma que ellos deseen. Esto hace de una situación establecida, a lo mucho, muy temporal. Recientemente, yo he estado vagabundeando. Yo disfrutaría el compartir esta vida con amigos y amantes que quisieran vagabundear también. Seriamos un festival deambulante de rebelión y sorpresas. Yo digo un festival, y no una tribu o una banda, debido a que lo unicó constante seria el compromiso de cada individuo envuelto de vivir su vida plenamente y el luchar contra lo que sea que prevenga esto, los individuos en si mismos yendo y viniendo tal como lo deseen. Las actividades de sobrevivencia pueden incluir en cosechar en la naturaleza, el robo, los fraudes, el compartir regalos con amigos y el aceptar regalos de gente que aprecie cualquier actuación callejera-expresiones publicas de nuestro comportamiento juguetón y creativo-que hagamos. Podemos compartir habilidades y conocimientos con amigos que visitemos, creando una red informal para diseminar el conocimiento y las habilidades entre aquellos en los que confiamos. Los actos de vandalismo y sabotaje y otros ataques contra la sociedad serán mas fáciles en tanto nosotros no nos quedaremos en esos lugares-poseyéndonos de un adicional aspecto de invisibilidad. En estos vagabundeos, yo esperaría el pasar mucho tiempo en lugares salvajes. Yo quisiera explorar estos lugares y llegar a conocerlos bien. Estos lugares salvajes serian buenos lugares para destruir a esta sociedad. Estos encuentros podrían proveernos de otros medios de compartir conocimientos y habilidades así como el ser mucho muy divertidos.

Tal como dije arriba, en si estas no son ideas revolucionarias. Vagabundos, personas raras, personas del arco iris y otros han sido usualmente vagabundos, pero sin la conciencia de la guerra de la sociedad contra el individuo de espíritu libre. Estamos en guerra, pero no estamos peleando por el poder. No necesitamos el construir ejércitos para derrotar a los poderes que existen; necesitamos hacernos salvajes, de espíritu libre, individuos únicos de los cuales su violencia salga de nuestro deseo de vivir la vida a los limites, y así derrotar en si al poder. Los festivales deambulantes de espíritus libres pueden incorporar esta actividad destructiva-muy posiblemente mas fácilmente que grupos mas organizados y previamente ya definidos.

Ya he dicho que estas son sugerencias tentativas, ideas a ser tratadas y probadas. Estoy cansado de sentirme aislado debido a que yo rechazo el sacrificarme a los roles sociales. Quiero explorar nuevas formas de relacionarme que vayan mas allá de los roles sociales y que refuercen lo único de cada uno de nosotros. Pero mas que eso, quiero explorar activamente estas ideas en la practica y compartir estas exploraciones con amigxs y amantes. En tanto podemos cesar de meramente estar en los márgenes de la sociedad y cada uno, como seres únicos y salvajes, convertirnos en el centro de un proyecto insurreccional que pueda destruir a la civilización y crear un mundo en el cual podamos vivir libremente, relacionarnos y crear tal como nuestros deseos únicos nos muevan. Nos convertiremos-para citar a Renzo Novatore otra ves-“una sombra eclipsando cualquier forma de sociedad que pueda existir bajo el sol”.

martes, 19 de mayo de 2009

sumision voluntaria ¿aceptas?


1) Acepto la competición como base de nuestro sistema, aunque tengo conciencia de que este funcionamiento genera frustración y cólera para la inmensa mayoría de los perdedores,

2) Acepto ser humillado o explotado a condición de que se me permita a mi, humillar o explotar al ocupante de un lugar inferior en la pirámide social,

3) Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles ya que considero que las competencias de la sociedad tienen sus límites,

4) Acepto remunerar a los bancos para que inviertan mi salario a su conveniencia, y que no me transfieran ningún dividendo de sus gigantescos beneficios (que servirán para desvalijar a los países pobres, lo que acepto implícitamente). Acepto también que me cobren fuertes comisiones para prestarme un dinero que no es otro que el de sus clientes,

5) Acepto que se congele y que se tiren toneladas de comida para que no se hundan los precios, antes que ofrecerlos a los necesitados y permitir a algunos centenares de miles de personas que no mueran de hambre cada año,

6) Acepto que me esté prohibido poner fin a mi vida rápidamente, en cambio tolero que se mate lentamente inhalando o introduciendo sustancias tóxicas autorizadas por los Estados Unidos,

7) Acepto que se haga la guerra para hacer reinar la paz. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados Unidos sea el presupuesto para la defensa. Acepto, pues, que algunos conflictos estén creados artificialmente para vender las existencias de armas y hacer funcionar la economía mundial,

8 - Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque se trate de una energía costosa y contaminante, y estoy de acuerdo para impedir toda tentativa de sustitución, si resulta que se descubre un medio gratuito e ilimitado de produción de energía,

9) Acepto que se condene el asesinato del prójimo, salvo si los Estados Unidos decretan que se trata de un enemigo y nos animan a matarlo,

10) Acepto que se divida a la opinión pública creando partidos de derecha e izquierda que pasarán su tiempo combatiéndose, dándome la impresión de hacer avanzar el sistema. Acepto, por otra parte, a toda clase de divisiones posibles, con tal de que me permitan concentrar mi cólera en los enemigos designados cuyo retrato será agitado delante de mis ojos,

11) Acepto que el poder de manipular la opinión pública, antes detentado por las religiones, esté hoy en las manos de especuladores no elegidos democráticamente y sean completamente libres de controlar los Estados, ya que estoy convencido del buen uso que harán de ello,

12) Acepto la idea que la felicidad que se resume en la comodidad, el amor al sexo, y la libertad de satisfacción de todos los deseos, ya que es lo que la publicidad me machaca todo el día.

Cuanto más infeliz sea, más consumiré: cumpliré con mi papel, contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía,

13) Acepto que el valor de una persona se mida según el tamaño de su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad más que de su calidad, y que se le excluya del sistema si no es lo bastante productiva,

14) Acepto que se page desmesuradamente a los jugadores de fútbol o a los actores, y mucho menos a los maestros o a los médicos encargados de la educación y la salud de las generaciones futuras,

15) Acepto que se aparten de la sociedad a los ancianos cuya experiencia podría sernos útil, ya que siendo la civilización más evolucionada del planeta (y seguramente del Universo) sabemos que la experiencia no se comparte ni se transmite,

16) Acepto que todos los días se me muestren noticas negativas y terrorificas del mundo, para que pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es NORMAL y cuánto suerte tengo de vivir en occidente, sé que mantener el miedo en nuestros espíritus no puede ser mas que beneficioso para nosotros,

17) Acepto que industriales, militares y políticos se reúnan regularmente, sin consultarnos, para tomar decisiones que comprometen el futuro de la vida y el planeta,

18) Acepto consumir carne de vacuno tratada con hormonas sin que me sea advertido explícitamente. Acepto que la cultura de la OGM (manipulación genética) se extienda por todo el mundo, permitiendo así a las multinacionales del sector agroalimentario patentar seres vivos, lucrarse con los consiguientes dividendos y tener bajo su yugo a la agricultura mundial,

19) Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que deseen armarse y matarse, y de elegir así a aquéllos que harán la guerra y a los que no la harán. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos en conflicto con el fin de ganar un dinero seguro, y hacer durar los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder rapiñar completamente sus recursos si no pueden reembolsar los empréstitos,

20) Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de occidente en los países desfavorecidos.
Considerando que ya es una proeza el hacerlos trabajar, prefiero que
se utilicen las leyes vigentes en esos países que permiten hacer trabajar a los niños en condiciones precarias e inhumanas. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho de injerencia,

21) Acepto que los hombres políticos puedan ser de una honradez dudosa y a veces incluso corruptos, pienso por otra parte, que es normal habida cuenta de las fuertes presiones que sufren. Para la mayoría por el contrario, la tolerancia cero debe ser impuesta,

22) Acepto que los laboratorios farmacéuticos y los industriales del sector agroalimentario vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen sustancias cancerígenas prohibidas en occidente,

23) Acepto que el resto del planeta, es decir, cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de manera diferente a condición de que no vengan a expresar sus creencias en mi casa, y menos aún a intentar explicar nuestra Historia con sus conceptos filosóficos primitivos,

24) Acepto la idea de que no existen más que dos posibilidades en la naturaleza, a saber: expulsar o ser expulsado. Y si estamos dotados de una conciencia y de una lengua, no es ciertamente para escapar a esta dualidad, sino para justificar porqué actuamos de este modo,

25) Acepto considerar nuestro pasado como una consecuencia ininterrumpida de conflictos, conspiraciones políticas y voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto no existe ya que estamos en el súmmum de nuestra evolución, y que las únicas normas por las que se regula nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y la libertad de todo el pueblo, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos políticos,

26) Acepto sin discutir y considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación del misterio de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza haya podido tardar millones de años para crear un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en cuestion de segundos,

27) Acepto la búsqueda del beneficio como objetivo supremo de la Humanidad, y la acumulación de riquezas como la meta de la vida humana,

28) Acepto la destrucción de los bosques y la parcial desaparición de peces de ríos y océanos. Acepto el aumento de la contaminación industrial y la dispersión de venenos químicos y elementos radioactivos en la naturaleza. Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, ya que estoy convencido de que si los ponen, es por que son útiles y carecen de peligro,

29) Acepto la guerra económica que atenaza el planeta, aunque sienta que nos lleva hacia una catástrofe sin precedentes,

30) Acepto esta situación, y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla,

31) Acepto ser tratado como ganado, ya que en resumidas cuentas, pienso que no valgo más,

32) Acepto no plantear ninguna pregunta, cerrar los ojos sobre todo esto, y de no formular ninguna verdadera oposición ya que estoy demasiado ocupado por mi vida y mis problemas. Hasta acepto defender a muerte este contrato si me lo piden,

33) Acepto pues, en mi alma y mi conciencia y definitivamente, esta triste realidad virtual que colocan delante de mis ojos para impedirme que vea la realidad de las cosas. Sé que actúan por mi bien y el de todos, y les estoy agradecido.

Comentarios a la sociedad del espectáculo x Guy Debord

A la memoria de Gérard Lebovici, asesinado en París, el 5 de Marzo de 1984, en una asechanza que permanece en el misterio.

“Por muy críticas que sean la situación y las circunstancias en que os encontréis, no desesperéis. En las ocasiones en las que cabe temer de todo, es preciso no temer nada; cuando se está rodeado de todos los peligros, no hay que dejarse intimidar por ninguno; cuando se está sin ningún recurso, hay que contar con todos los recursos; cuando se ha sido sorprendido, hay que sorprender al enemigo”
Sun Tse, El arte de la guerra

I

Estos Comentarios no tardarán, sin duda, en ser conocidos por unas cincuenta o sesenta personas; lo cual ya es decir mucho en los tiempos que vivimos y tratándose de asuntos de tamaña gravedad. Pero también se debe a que en ciertos ambientes tengo fama de entendido. Además, hay que considerar que, de esa elite que se interesará por ellos, la mitad o poco menos se compone de gente que se dedica a defender el sistema de dominación espectacular, y la otra mitad, de gente que se obstina en hacer todo lo contrario. Así que, debiendo tener
en cuenta a unos lectores muy atentos e influyentes en distintos sentidos, obviamente no puedo hablar con entera libertad. Sobre todo debo cuidarme de no enseñar demasiado sin mirar a quien.

La desdicha de los tiempos me obligará, pues, a estrenar una vez más una nueva forma de escribir. Ciertos elementos se omitirán deliberadamente; el plan no debe quedar demasiado claro. Se podrá encontrar algún que otro engaño: es el sello de la época. Con tal de insertar acá y acullá algunas páginas más, puede que aparezca el sentido del conjunto: así se añadían a menudo cláusulas secretas a lo que ciertos tratados estipulaban abiertamente, y asimismo ocurre que ciertos agentes químicos revelan una parte desconocida de sus propiedades sólo cuando se hallan asociados a otros. Por otra parte, aún quedarán en esta obrita demasiadas cosas que serán, por desgracia, fáciles de comprender.

II

En 1967 demostré en un libro, La sociedad del espectáculo, lo que el espectáculo moderno era ya esencialmente: el dominio autocrático de la economía mercantil que había alcanzado un status de soberanía irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que acompañan ese dominio. Las revueltas de 1968, que en varios países se prolongaron a lo largo de los años siguientes, en ningún lugar derribaron la organización existente de la sociedad, de la que el espectáculo brota como espontáneamente; de modo que éste ha continuado reforzándose por doquier, es decir, expandiéndose por los extremos hacia todos lados, al mismo tiempo que aumentaba de densidad en el centro. Incluso ha aprendido algunos nuevos procedimientos defensivos, cosa que les suele suceder a los poderes atacados. Cuando inicié la crítica de la sociedad espectacular, se reparó sobre todo, dado el momento, en el contenido revolucionario que cabía descubrir en tal crítica y en el cual se veía, como es natural, el aspecto más molesto de la misma. En cuanto al propio tema, se me ha acusado a veces de habérmelo inventado de cabo a rabo, y en todo caso, de haberme excedido en mi apreciación de la profundidad y la unidad de dicho espectáculo y de su acción real. Debo admitir que quienes después han publicado libros sobre el mismo asunto han demostrado perfectamente que se podía decir menos. No les hacía falta más que reemplazar el conjunto y su movimiento por un solo detalle estático de la superficie del fenómeno; la originalidad de cada autor se complacía en escoger otro detalle distinto y, por ende, tanto menos inquietante. Ninguno de ellos quiso viciar la modestia científica de su interpretación personal mezclándola con temerarios juicios históricos.

Pero, en fin, la sociedad del espectáculo no por ello dejó de proseguir su marcha. Y va deprisa, puesto que en 1967 no tenía apenas más de cuarenta años, aunque muy bien aprovechados. Y por su propio movimiento, que nadie se tomaba ya la molestia de estudiar, demostraría luego con admirables proezas que su naturaleza efectiva era exactamente la que yo decía. Dejar eso bien sentado tiene algo más que un valor académico; pues es indispensable, sin duda, haber reconocido la unidad y la articulación de la fuerza operante que es el espectáculo para ser capaz de indagar, a partir de ahí, en qué direcciones esa fuerza, siendo lo que era, se ha podido desplazar. Son cuestiones de gran interés: se trata de las condiciones en las que necesariamente se ha de jugar de ahora en adelante el conflicto en la sociedad. Dado que el espectáculo es hoy en día indudablemente más poderoso de lo que era antes, ¿qué hace con ese poder suplementario? ¿Hasta dónde ha llegado que no hubiera llegado antes? ¿Cuáles son, en suma, sus líneas de operaciones en este momento? La vaga sensación de que se trata de una especie de invasión rápida, que obliga a la gente a llevar una vida muy diferente, está actualmente muy difundida; pero eso se experimenta más bien a la manera de una modificación inexplicada del clima o de otro equilibrio natural, modificación ante la cual la ignorancia sólo sabe que no tiene nada que decir. Y lo que es más, muchos la aceptan como una invasión civilizadora, a más de inevitable, e incluso sienten ansias de colaborar en ella. Prefieren no saber para qué sirve exactamente esa conquista ni adónde va.

Voy a mencionar algunas consecuencias prácticas, poco conocidas aún, que resultan de ese rápido despliegue del espectáculo durante los últimos veinte años. No me propongo entrar en polémicas, demasiado fáciles ya a estas alturas y demasiado inútiles, sobre ningún aspecto de la cuestión; ni tampoco me propongo convencer a nadie. Los presentes comentarios no tienen afán alguno de moralizar. No encaran lo que es deseable o simplemente preferible. Se limitan a observar lo que es.

III

Ahora que nadie puede razonablemente dudar de la existencia del espectáculo ni de su poderío, sí cabe dudar, por el contrario, de que sea razonable añadir algo más a una cuestión que la experiencia ha zanjado de modo tan draconiano. El diario Le Monde del 19 de septiembre de 1987 ilustraba felizmente la fórmula “De lo que existe, ya no es necesario hablar”, verdadera ley fundamental de estos tiempos espectaculares que, en este aspecto al menos, no han dejado atrasado a ningún país: “El que la sociedad contemporánea es una sociedad de espectáculo es cosa obvia. Pronto habrá que señalar a quien no quiera señalarse. Son incontables ya las obras que describen un fenómeno que ha acabado por caracterizar a las naciones industriales, sin perdonar a los países atrasados con respecto a su tiempo. Pero lo gracioso es que también los libros que analizan ese fenómeno, en general para deplorarlo, deben rendir tributo al espectáculo para darse a conocer.” Es cierto que esa crítica espectacular del espectáculo, que llegó tarde y que para colmo quiere “darse a conocer” en el mismo terreno, se limitará forzosamente a vanas generalidades o a lamentos hipócritas; y no menos vana parece esa sabiduría desencantada que hace el payaso en un periódico.

La vacua discusión sobre el espectáculo, es decir, sobre lo que hacen los propietarios del mundo, la organiza, pues, el espectáculo mismo: se insiste en los grandiosos medios del espectáculo, a fin de no decir nada acerca de su grandioso uso. A menudo se prefiere hablar, más que de espectáculo, de “medios de comunicación”. Con eso se pretende designar un simple instrumento, una especie de servicio público que administra con imparcial “profesionalidad” la nueva riqueza de la comunicación entre todos debida a los mass media; comunicación que ha accedido finalmente a la pureza unilateral, donde la decisión ya tomada se deja admirar tranquilamente. Lo que se comunica son órdenes; y no deja de ser muy armonioso que quienes las han impartido sean los mismos que dirán lo que opinan de ellas.

El poder del espectáculo, tan esencialmente unitario, centralizador por la fuerza misma de las cosas y perfectamente despótico en su espíritu, se indigna a menudo al ver que bajo su dominio se van constituyendo una política-espectáculo, una justicia-espectáculo, una medicina-espectáculo y otros no menos sorprendentes “excesos de los media”. El espectáculo, por tanto, no parece ser otra cosa que un exceso de los media, cuya naturaleza indiscutiblemente buena, puesto que sirven para comunicar, conduce a veces a excesos. Con bastante frecuencia los amos de la sociedad declaran que sus empleados mediáticos los atienden mal; más a menudo reprochan a la plebe de los espectadores su proclividad a entregarse a los placeres mediáticos sin recato alguno, casi bestialmente. Tras una multitud virtualmente infinita de supuestas divergencias mediáticas se disimula así lo que es, por el contrario, el resultado de una convergencia espectacular que se viene persiguiendo deliberadamente y con notable tenacidad. Así como la lógica de la mercancía prevalece sobre las diversas ambiciones rivales de todos los comerciantes, o como la lógica de la guerra domina siempre las frecuentes modificaciones del armamento, así la severa lógica del espectáculo domina por todas partes la creciente diversidad de las extravagancias mediáticas.

Dentro de todo lo que ha sucedido a lo largo de los últimos veinte años, el cambio más importante reside en la propia continuidad del espectáculo. Su importancia no es un resultado del perfeccionamiento de su instrumentación mediática, que había alcanzado ya antes un estadio de desarrollo muy avanzado, sino que consiste sencillamente en que la dominación espectacular ha logrado criar a una generación sometida a sus leyes. Las condiciones sobremanera novedosas en las que esa generación, en su conjunto, ha efectivamente vivido, constituyen un resumen exacto y suficiente de todo lo que el espectáculo está impidiendo a partir de ahora, y también de todo lo que permite.

IV

En el plano simplemente teórico, no tengo que añadir a lo que había formulado anteriormente más que un detalle, pero de mucho peso. En 1967 distinguí dos formas sucesivas y rivales del poder espectacular, la concentrada y la difusa. Una y otra planeaban por encima de la sociedad real, como su meta y su mentira. La primera, que colocaba en un primer plano la ideología resumida en torno a una personalidad dictatorial, había acompañado la contrarrevolución totalitaria, tanto la nazi como la estalinista. La otra, que incitaba a los asalariados a escoger libremente entre una gran variedad de mercancías nuevas que rivalizaban unas con otras, representaba aquella americanización del mundo que en algunos aspectos espantaba, pero también seducía a los países en donde se habían conservado durante más tiempo las condiciones de las democracias
burguesas de tipo tradicional. Desde entonces se ha venido constituyendo una tercera forma, por combinación equilibrada de las dos precedentes y sobre la base general del triunfo de la que se había mostrado más fuerte, la forma difusa. Se trata de lo espectacular integrado, que hoy tiende a imponerse en el mundo entero.

El lugar predominante que ocuparon Rusia y Alemania en la formación de lo espectacular concentrado y los Estados Unidos en la de lo espectacular difuso parece haber correspondido a Francia e Italia a la hora de instaurar lo espectacular integrado, debido al juego de una serie de factores históricos comunes: el papel importante de los partidos y sindicatos estalinistas en la vida política e intelectual, una débil tradición democrática, la prolongada monopolización del poder por un solo partido de gobierno, y la necesidad de acabar con una contestación revolucionaria que había aparecido por sorpresa.

Lo espectacular integrado se manifiesta a la vez como concentrado y difuso, y a partir de tan provechosa unificación ha sabido utilizar ambas cualidades más a lo grande. Su modo de aplicación anterior ha cambiado mucho. En cuanto al Iado concentrado, el centro dirigente ha pasado a estar oculto: no lo ocupa ya nunca un jefe conocido ni una ideología clara. Y en cuanto al Iado difuso, la influencia espectacular jamás había marcado hasta tal extremo la casi totalidad de las conductas y de los objetos que se producen socialmente. Pues el sentido final de lo espectacular integrado es que se ha integrado en la realidad misma a medida que hablaba de ella, y que la reconstruyó tal y como de ella hablaba. De manera que esa realidad ahora ya no permanece frente a lo espectacular como algo que le fuese ajeno. Cuando lo espectacular estaba concentrado, se le escapaba la mayor parte de la sociedad periférica; cuando estaba difuso, una parte muy pequeña; hoy en día, no se le escapa nada. El espectáculo se ha entremezclado con toda realidad, por efecto de irradiación. Como en teoría era fácil de prever, la experiencia práctica del cumplimiento desenfrenado de las voluntades de la razón mercantil demostraría rápidamente y sin excepción que el hacerse mundo la falsificación era también un hacerse falsificación el mundo. Excepto un legado todavía importante, pero destinado a menguar cada vez más, de libros y edificios antiguos, por lo demás con cada vez mayor frecuencia seleccionados y puestos en perspectiva según las conveniencias del espectáculo, no existe ya nada, ni en la cultura ni en la naturaleza, que no haya sido transformado y contaminado conforme a los medios y los intereses de la industria moderna. Incluso la genética se ha vuelto plenamente accesible a las fuerzas dominantes de la sociedad.

El gobierno del espectáculo, que ostenta actualmente todos los medios de falsificar el conjunto tanto de la producción como de la percepción, es dueño absoluto de los recuerdos, así como es dueño incontrolado de los proyectos que forjan el porvenir más lejano. Reina solo en todas partes; ejecuta sus juicios sumarios.

En tales condiciones, vemos desencadenarse repentinamente y con alegría carnavalesca una parodia del fin de la división del trabajo, que halla tanto mejor acogida en cuanto que coincide con el movimiento general de desaparición de toda competencia verdadera. Un financiero se pone a cantar, un abogado se mete a informante de la policía, un panadero expone sus preferencias literarias, un actor se mete a gobernar, un cocinero se lanza a filosofar sobre los momentos de cocción como hitos de la historia universal. Cada cual puede salir en el espectáculo para entregarse en público - a veces por haberse dedicado a ella en secreto - a una actividad enteramente distinta de la especialidad por la cual se había dado a conocer inicialmente. Allí donde la posesión de un “status mediático” ha adquirido una importancia infinitamente mayor que aquello que uno haya sido capaz de hacer realmente, es normal que tal status sea fácilmente transferible y que otorgue el derecho a brillar de igual modo en otro sitio cualquiera. Las más de las veces, esas partículas mediáticas aceleradas persiguen simplemente su carrera dentro de lo admirable que el reglamento garantiza. Pero también sucede que la transición mediática sirve de tapadera a múltiples empresas oficialmente independientes, pero en realidad secretamente vinculadas por diferentes redes ad hoc. De manera que a veces la división social del trabajo, así como la solidaridad por lo general previsible de su empleo, reaparecen bajo formas enteramente novedosas: hoy en día se puede, por ejemplo, publicar una novela para preparar un asesinato. Esos ejemplos pintorescos significan también que uno no puede ya fiarse de nadie en razón de su oficio.

Pero la mayor ambición de lo espectacular integrado sigue siendo que los agentes secretos se hagan revolucionarios y que los revolucionarios se hagan agentes secretos.

V

La sociedad modernizada hasta llegar al estadio de lo espectacular integrado se caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales: la innovación tecnológica incesante; la fusión de la economía y el Estado; el secreto generalizado; la falsedad sin res- puesta; un presente perpetuo.

El movimiento de innovación tecnológica viene de lejos y es constitutivo de la sociedad capitalista, a veces llamada industrial o posindustrial. Pero desde que inició su aceleración más reciente (inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial), viene reforzando la autoridad espectacular con mucha mayor eficacia, ya que de resultas de tanta innovación cada uno descubre que se halla enteramente entregado al conjunto de los especialistas, a sus cálculos y a sus juicios, satisfechos siempre, acerca de esos cálculos. La fusión de la economía y el Estado es la tendencia más manifiesta de este siglo; por lo menos se ha convertido en motor de su desarrollo económico más reciente. La alianza defensiva y ofensiva entre las dos potencias, la economía y el Estado, les ha asegurado los más pingües beneficios comunes en todos los ámbitos: cabe decir que una de ellas posee a la otra; es absurdo oponerlas o distinguir sus razones y sus sinrazones. Esa unión se ha mostrado asimismo muy favorable al desarrollo de la dominación espectacular, que desde su formación no había sido otra cosa que precisamente eso. Los tres últimos rasgos son los efectos directos de esa dominación en su estadio integrado.

El secreto generalizado está detrás del espectáculo, como complemento decisivo de lo que muestra y, si vamos al fondo de las cosas, como su operación más importante.

El solo hecho de no tener respuesta ha dado a la falsedad una cualidad enteramente nueva. En el mismo acto, lo verdadero ha dejado de existir en casi todas partes o, en el mejor de los casos, se ha visto reducido a la condición de una hipótesis que no puede demostrarse jamás. La falsedad sin respuesta ha logrado hacer desaparecer la opinión pública, que primero se vio incapaz de hacerse oír y luego, muy pronto, incluso de formarse siquiera. Lo cual trae obviamente consigo importantes consecuencias para la política, las ciencias aplicadas, la justicia y el conocimiento del arte.

La construcción de un presente en el cual la moda misma, desde la ropa hasta los cantantes, se ha inmovilizado, un presente que quiere olvidar el pasado y que ya no da la impresión de creer en un porvenir, se obtiene mediante el incesante tránsito circular de la información, que vuelve a cada instante sobre una lista muy sucinta de las mismas sandeces que se anuncian apasionadamente como noticias importantes; mientras que sólo raras veces se transmiten, como a tirones, las noticias verdaderamente importantes, relativas a lo que cambia efectivamente. Éstas se refieren siempre a la condena que este mundo parece haber dictado contra su propia existencia, las etapas de su autodestrucción programada.

VI

El primer designio de la dominación espectacular era hacer desaparecer el conocimiento histórico en general, empezando por casi toda la información y todos los comentarios razonables acerca del pasado más reciente. No hace falta explicar evidencia tan flagrante. El espectáculo organiza con maestría la ignorancia acerca de lo que está pasando, y acto seguido el olvido de cuanto a pesar de todo acaso se haya llegado a saber. Lo más importante es lo más oculto. A lo largo de los últimos veinte años, nada ha sido ocultado bajo tantas mentiras decretadas como la historia del mayo de 1968. Aun así se han podido sacar lecciones útiles de algunos estudios desengañados sobre aquellas jornadas y sus orígenes; pero eso es secreto de Estado.

En Francia, hace unos diez años, un presidente de la república, olvidado después pero que por entonces flotaba en la superficie del espectáculo, expresó ingenuamente la alegría que sentía al “saber que a partir de ahora viviremos en un mundo sin memoria, donde una imagen sigue a otra indefinidamente, como en la superficie del agua”. Eso es ciertamente cómodo para quien tiene la sartén por el mango y sabe cómo no soltarla. El fin de la historia ofrece un plácido reposo a todo poder presente. Le garantiza sin falta el éxito del conjunto de sus empresas, o cuando menos el ruido del éxito.

Un poder absoluto suprime la historia de modo tanto más radical cuanto más imperiosos sean los intereses o las obligaciones que lo impulsan a ello, y sobre todo en función de las mayores o menores facilidades prácticas de ejecución que encuentre. Ts\'in Shi-Huang-Ti mandó quemar los libros, pero no consiguió eliminarlos todos. En nuestro siglo, Stalin llevó más lejos
la realización de semejante proyecto, pero pese a las complicidades de toda clase que hallara allende las fronteras de su imperio, una vasta zona del mundo quedaba inaccesible a su policía, y ahí la gente se reía de sus imposturas. Lo espectacular integrado ha tenido mayor éxito, al emplear procedimientos sumamente novedosos y operando esta vez a escala mundial. Ya no está permitido reírse de la necesidad que se hace respetar en todas partes; y, en todo caso, ya no hay manera de dar a conocer que uno se está riendo de ella.

El dominio de la historia era lo memorable, la totalidad de los acontecimientos cuyas consecuencias se harían sentir durante largo tiempo. Era también, de modo indisociable, el conocimiento que había de durar y que ayudaría a comprender, al menos en parte, lo nuevo que iba a suceder: “Una adquisición para siempre”, dice Tucídides. De ahí que la historia fuera la medida de la verdadera novedad; y quien vende la novedad tiene todo el interés del mundo en hacer desaparecer el medio de medirla. Cuando lo importante se hace reconocer socialmente como lo que es instantáneo y lo seguirá siendo al instante siguiente, que es otro y el mismo, y que reemplazará cada vez a otra importancia instantánea, entonces cabe decir también que el medio utilizado garantiza una especie de eternidad a esa insignificancia que grita tanto.

La preciosa ventaja que el espectáculo ha obtenido de haber colocado fuera de la ley a la historia, de haber condenado ya a toda la historia reciente a pasar a la clandestinidad, y de haber logrado relegar al olvido, en general, el espíritu histórico de la sociedad, consiste, en primer lugar, en ocultar su propia historia: el movimiento mismo de su reciente conquista del mundo. Su poder parece ya familiar, como si hubiera estado ahí desde siempre. Todos los usurpadores han querido hacer olvidar que acababan de llegar.

VII

Con la destrucción de la historia, incluso el acontecimiento contemporáneo se pierde inmediatamente en una lejanía fabulosa, entre relatos imposibles de verificar, estadísticas incontrolables, explicaciones inverosímiles y argumentos insostenibles. A todas las necedades que se difunden de manera espectacular, no cabe más respuesta que alguna que otra rectificación o advertencia respetuosa por parte de otros colaboradores de los media; y aun ésas las escatiman, pues, dejando a un lado su ignorancia supina, su solidaridad de oficio y de corazón con la autoridad general del espectáculo y con la sociedad de la que es expresión los hace sentir que es un deber, e incluso un placer, no discrepar nunca de dicha autoridad, cuya majestad no se debe ofender. No hay que olvidar que todo personaje de los media tiene siempre un dueño, y a veces varios, tanto en razón del salario como de otras recompensas y gratificaciones; y que cada uno de ellos sabe que es reemplazable.

Todos los expertos pertenecen a los media y al Estado: por eso se los reconoce como expertos. Todo experto sirve a un dueño, puesto que cada una de las antiguas posibilidades de independencia ha quedado reducida a casi nada por las condiciones de organización de la sociedad presente. El experto que mejor sirve es, desde luego, el experto que miente. Quienes necesitan al experto son, por motivos distintos, el falsificador y el ignorante. Allí donde el individuo no reconoce ya nada por sí mismo, el experto lo tranquilizará terminantemente. Antes era normal que hubiera expertos en arte etrusco; y eran siempre competentes, ya que el arte etrusco no está en el mercado. Pero una época que encuentra rentable, por ejemplo, falsificar químicamente diversos vinos célebres, no logrará venderlos sino a condición de haber formado a unos expertos en vino que enseñen a las almas de cántaro a cobrarles afición a los nuevos aromas, que son más fáciles de reconocer. Cervantes observa que “debajo de mala capa suele haber buen bebedor”. Quien entiende de vinos ignora a menudo las reglas de la industria nuclear; pero la dominación espectacular cree que si algún experto ha conseguido tomarle el pelo a un buen catador de vinos en materia de industria nuclear, otro experto conseguirá fácilmente hacer lo mismo en materia de vinos. También es sabido, por ejemplo, que el experto en meteorología televisiva que anuncia las temperaturas o las lluvias previstas para las siguientes cuarenta y ocho horas debe hablar con mucha cautela, debido a la obligación de mantener los equilibrios económicos, turísticos y regionales, con tanta gente circulando tan a menudo por tantas carreteras, entre lugares igualmente desolados; de modo que se ve obligado a brillar más bien como animador.

Un aspecto de la desaparición de todo conocimiento histórico objetivo se manifiesta en el hecho de que cualquier reputación personal se ha vuelto maleable y rectificable a discreción por quienes controlan toda la información: la que se recibe y aquella otra, muy distinta, que se difunde; ellos tienen, pues, licencia ilimitada para falsificar. Y es que una evidencia histórica de la que en el espectáculo no se quiere saber nada ya no es evidencia. Allí donde nadie posee ya más renombre que el que se le ha otorgado como un favor por la benevolencia de una corte espectacular, cualquiera puede caer en desgracia en cualquier instante. La notoriedad antiespectacular se ha convertido en algo extremadamente raro. Yo mismo soy uno de los últimos seres vivos que la poseen y que jamás tuvieron otra. Pero eso se ha hecho también extraordinariamente sospechoso. La sociedad se ha proclamado oficialmente espectacular. Ser conocido al margen de las relaciones espectaculares, eso equivale ya a ser conocido como enemigo de la sociedad.

Está permitido cambiar de cabo a rabo el pasado de alguien, modificarlo, recreado al estilo de los procesos de Moscú, sin que ni siquiera haga falta cargar con el peso de un proceso. Se puede matar a menor coste. Los falsos testigos, torpes tal vez - pero ¿qué capacidad de percibir tal torpeza podría quedarles a los espectadores que serán testigos de las proezas de esos testigos falsos? -, y los documentos falsos, estupendos siempre, no les pueden faltar a quienes gobiernan lo espectacular integrado ni a sus amigos. Por consiguiente, no se puede ya creer nada acerca de nadie, excepto lo que uno haya comprobado directamente por sí mismo. Pero en realidad muchas veces ni hace falta levantar acusaciones falsas contra alguien. Desde que ellos controlan el mecanismo que rige la única verificación social que goza de un reconocimiento pleno y universal, ellos dicen lo que quieren. El movimiento de la demostración espectacular se confirma por el sencillo expediente de girar sobre sí mismo: volviendo y repitiéndose, afirmando una y otra vez lo mismo en el único terreno en donde reside hoy lo que puede afirmarse públicamente y ser creído, puesto que eso es lo único de lo cual todo el mundo será testigo. La autoridad espectacular puede asimismo negar lo que sea, una vez, tres veces, y decir que no hablará más de ello, y hablar de otra cosa, a sabiendas de que no ha de temer ya ninguna respuesta en su propio terreno, ni en otro tampoco. Es que ya no existe el ágora, la comunidad general, ni tan siquiera unas comunidades limitadas a organismos intermedios o instituciones autónomas, a los salones o a los cafés, a los trabajadores de una sola empresa; no queda sitio en donde el debate sobre las verdades que conciernen a quienes están ahí pueda librarse a la larga de la apabulIante presencia del discurso mediático y de las distintas fuerzas organizadas para aguardar su turno en tal discurso. No existe ya el juicio, con garantías de relativa independencia, de quienes constituían el mundo erudito; por ejemplo, de quienes antaño cifraban su orgullo en una capacidad de verificación que les permitía aproximarse a lo que se llamaba la historia imparcial de los hechos, o al menos creer que ésta merecía ser conocida. No queda ya ni verdad bibliográfica incontestable, y los resúmenes informatizados de los ficheros de las bibliotecas nacionales borrarán sus huellas con tanta mayor facilidad. Uno andaría descarriado si pensara en lo que fueron, en un pasado no muy lejano, los magistrados, los médicos, los historiadores, y en las imperiosas obligaciones a las que a menudo se sometían, dentro de los límites de sus incumbencias respectivas: Los hombres se parecen más a su tiempo que a su padre.

Aquello de lo que el espectáculo puede dejar de hablar durante tres días es como si no existiera. El espectáculo habla entonces de otra cosa, que a partir de ahí, en resumidas cuentas, existe. Como se ve, las consecuencias prácticas son inmensas.

Creíamos saber que la historia había hecho su aparición en Grecia, junto a la democracia. Se puede verificar que está desapareciendo del mundo junto a ella.

Con todo, hay que añadir a esta lista de triunfos del poder un resultado negativo para él: un Estado en cuya dirección se instala a la larga un gran déficit de conocimientos históricos ya no se deja conducir estratégicamente.

VIII

Cuando la sociedad que se proclama democrática ha llegado al estadio de lo espectacular integrado, parece que se la acepta en todas partes como realización de una frágil perfección. Así que ya no se la debe atacar porque es frágil; por lo demás, ya no es posible atacarla, porque es tan perfecta como jamás hubo otra. Es una sociedad frágil porque le cuesta dominar su peligrosa expansión tecnológica. Pero es una sociedad perfecta para gobernarla; la prueba es que todos cuantos aspiran a gobernar quieren gobernar precisamente esta sociedad, con los mismos procedimientos, y conservarla casi exactamente tal como está. Por primera vez
en la Europa contemporánea, ningún partido ni fragmento de partido intenta ya ni tan siquiera fingir que pretende cambiar algo importante. Nadie puede ya criticar la mercancía: ni en cuanto sistema general, ni tan sólo como baratija determinada que a los jefes de empresa les haya convenido lanzar al mercado en ese momento.

En todas partes donde reina el espectáculo, las únicas fuerzas organizadas son las que quieren el espectáculo. Ninguna de ellas puede ser ya, por tanto, enemiga de lo que existe ni transgredir la omertà que afecta a todo. Se ha acabado con aquella inquietante concepción, que había prevalecido durante más de doscientos años, según la cual una sociedad podía ser criticable y transformable, reformada o revolucionaria. Y eso no se ha conseguido gracias a la aparición de nuevos argumentos, sino simplemente porque los argumentos se han vuelto inútiles. Por tal resultado se medirá, más que la felicidad general, la fuerza formidable de las redes de la tiranía.

Jamás hubo censura más perfecta. Jamás la opinión de aquellos a quienes en algunos países se les hace creer todavía que siguen siendo ciudadanos libres ha estado menos autorizada a darse a conocer cuando se trata de decisiones que afectan a su vida real. Jamás estuvo permitido mentirles con tan perfecta impunidad. Se cree que el espectador lo ignora todo y no merece nada. Quien siempre mira para saber cómo continúa, no actuará jamás: así debe ser el espectador. Se oye mencionar frecuentemente la excepción de los Estados Unidos, donde Nixon acabó por sufrir un día las consecuencias de una serie de evasivas de una torpeza excesivamente cínica; pero esa excepción enteramente local, que obedecía a viejas causas históricas, ha dejado muy a las claras de ser cierta, pues hace poco Reagan ha podido hacer lo mismo impunemente. Todo lo que no se sanciona jamás está verdaderamente permitido. Hablar de escándalo sería, por tanto, un anacronismo. A un estadista italiano de primera fila que había oficiado a la vez en el ministerio y en el gobierno paralelo llamado P2, Potere Due, se le atribuye una frase que resume con la mayor profundidad posible el periodo en el cual ha entrado, poco después de Italia y los Estados Unidos, el mundo entero: “Había escándalos, pero ya no los hay.”

En EI 18 de Brumario de Luis Bonaparte, Marx describía el papel invasor del Estado en la Francia del segundo Imperio, que contaba por entonces con medio millón de funcionarios: “Así todo se convierte en objeto de la actividad gubernamental, desde el puente, la escuela y la propiedad comunal de un municipio rural cualquiera, hasta los ferrocarriles, las propiedades nacionales y las universidades provinciales.” La famosa cuestión de la financiación de los partidos políticos se planteaba ya en aquel entonces, pues Marx observa que “los partidos que luchan alternativamente por la supremacía veían en la toma de posesión de este enorme edificio el principal botín del vencedor”. Lo cual, sin embargo, suena un poco bucólico y, como se suele decir, desfasado, en tanto que las especulaciones del Estado de hoy se ocupan más bien de las ciudades satélite y las autopistas, la circulación subterránea y la producción de energía electronuclear, la exploración petrolera y los ordenadores, la administración de los bancos y los centros socioculturales, las modificaciones del “paisaje audiovisual” y las exportaciones clandestinas de armas, la promoción inmobiliaria y la industria farmacéutica, el sector agroalimentario y la administración de los hospitales, los créditos militares y los fondos secretos del departamento siempre creciente que administra los numerosos servicios de protección de la sociedad, Así y todo, Marx goza, por desgracia, de una demasiado prolongada actualidad cuando alude, en el mismo libro, a aquel gobierno “que no toma por la noche las decisiones que quiere ejecutar durante el día, sino que decide de día y ejecuta de noche.”

IX

Esta democracia tan perfecta fabrica ella misma su inconcebible enemigo, el terrorismo. En efecto, prefiere que se la juzgue por sus enemigos más que por sus resultados. La historia del terrorismo la escribe el Estado; por tanto, es educativa. Las poblaciones espectadoras no pueden, por cierto, saberlo todo acerca del terrorismo, pero siempre pueden saber lo bastante como para dejarse persuadir de que, en comparación con ese terrorismo, todo lo demás les habrá de parecer más bien aceptable o, en todo caso, más racional y más democrático.

La modernización de la represión ha acabado por introducir, primero en la experiencia piloto de Italia, bajo el nombre de “arrepentidos”, a unos acusadores profesionales jurados; o sea lo que, con ocasión de su primera aparición en el siglo XVII, tras las revueltas de la Fronda, se llamaba “testigos patentados”. Ese progreso espectacular de la Justicia ha llenado las cárceles italianas de miles de condenados que expían una guerra civil que no tuvo lugar, una especie de vasta insurrección armada que por casualidad nunca vio llegar su hora, un golpismo tejido de la materia de los sueños.

Cabe observar que la interpretación de los misterios del terrorismo parece haber introducido una simetría entre opiniones contradictorias, como si se tratara de dos escuelas filosóficas que profesan unas construcciones metafísicas enteramente antagónicas. Algunos no quieren ver en el terrorismo nada más que evidentes manipulaciones de los servicios secretos; otros, por el contrario, juzgan que lo único que se les debe reprochar a los terroristas es su falta total de sentido histórico. Con una pizca de lógica histórica no se tardaría en concluir que no hay nada de contradictorio en suponer que unas personas que carecen de todo sentido histórico también pueden ser manipuladas, y aun con mayor facilidad que otras. Asimismo es más fácil convertir en “arrepentido” a alguien a quien se puede demostrar que se sabía de antemano todo lo que él creía estar haciendo libremente. Un efecto inevitable de las formas de organización clandestinas de tipo militar es que basta con infiltrar a poca gente en ciertos puntos de la red para hacer actuar - y caer - a muchos. En esas cuestiones de valoración de las luchas armadas, la crítica debe analizar de vez en cuando alguna de esas operaciones en particular, sin dejarse distraer por la semejanza general que acaso revistan todas ellas. Por lo demás, por probabilidad lógica habría que contar con que los servicios de protección del Estado piensen en aprovechar todas las ventajas que encuentran en el terreno del espectáculo, que justamente para eso se ha venido organizando desde hace tiempo; lo asombroso, lo que suena a falso es, por el contrario, que les cueste tanto darse cuenta de eso.

En este ámbito, el interés de la justicia represiva consiste actualmente, sin duda, en generalizar lo más deprisa que se pueda. En esa clase de mercancía lo importante es el embalaje o la etiqueta: el código de barras. Todos los enemigos de la democracia espectacular son iguales, como iguales son todas las democracias espectaculares. Así no puede haber ya derecho de asilo para los terroristas, e incluso cuando no se les reprocha haberlo sido, estaban seguramente a punto de convertirse en terroristas, y la extradición se impone. En noviembre de 1978, respecto al caso de Gabor Winter, un joven obrero tipógrafo a quien el gobierno de la República Federal Alemana acusaba principalmente de haber redactado algunas octavillas revolucionarias, la señorita Nicole Pradain, representante del ministerio público ante la sala de lo criminal del tribunal de apelaciones de París, demostró rápidamente que no se podía alegar “motivaciones políticas”, que el convenio franco-alemán del 29 de noviembre de 1951 contemplaba como única justificación para denegar la extradición: “Gabor Winter no es un delincuente político sino un delincuente social. Rechaza las constricciones sociales. Un verdadero delincuente político no alberga sentimientos de rechazo hacia la sociedad. Ataca las estructuras políticas y no las estructuras sociales, como hace Gabor Winter.” La noción de un delito político respetable no fue reconocida en Europa sino a partir del momento en que la burguesía atacó con éxito las estructuras sociales anteriormente vigentes. La calidad de delito político era indisociable de las diversas intenciones de la crítica social. Eso valía para Blanqui, Varlin y Durruti. Ahora se finge una voluntad de conservar, como un lujo nada costoso, un delito puramente político que sin duda nadie tendrá ya ocasión de cometer, puesto que el tema ya no interesa a nadie, exceptuando a los propios profesionales de la política, cuyos delitos no se persiguen casi nunca ni tampoco se llaman ya delitos políticos. Todos los delitos y todos los crímenes son, efectivamente, sociales. Pero de todos los crímenes sociales ninguno debe considerarse peor que la impertinente pretensión de querer todavía cambiar algo en esta sociedad, que cree que hasta ahora ha sido demasiado paciente y demasiado buena, pero que no quiere que se la siga criticando.

Contra la sociedad de masas x chris wilson

La anarquía es un estado de existencia libre de autoridad coercitiva, en el que se estaría en libertad de determinar la propia vida cada un@ elija, a imagen de sus propias necesidades, valores y deseos individuales, sin permitir sin embargo que su campo de acción abarque la vida de otr@s que no lo hayan elegido así.

Un mundo no-autoritario conllevaría libertad de asociación, por lo tanto es incompatible con la monarquía, la oligarquía o la democracia. Much@s de quienes se llaman a si mism@s “anarquistas”, aunque afirman no negar la importancia de la asociación libre, luchan por una sociedad más democrática donde las entidades corporativas y estatales sean reemplazadas por municipalidades controladas por la comunidad, federaciones industriales controladas por l@s trabajador@s, y así sucesivamente. Quienes desean vivir libremente según su propia voluntad tienen razones para sentirse amenazad@s por todas las organizaciones a gran escala, porque son tanto imperialistas como jerárquicas, aunque pretendan ser o denominarse "democráticas" (como si la subordinación del individuo a la mayoría fuera algo deseable).

L@s human@s son sociables por naturaleza – poc@s desean vivir sol@s como ermitañ@s (aunque la libertad de vivir como tal no se puede negar). Sin embargo, l@s human@s son también selectivamente sociables – no simpatizan con todo el mundo, y sería una opresión esperar que fuera así. De forma natural, la gente establece relaciones con otr@s con l@s que se identifican por compañía y apoyo mutuo. Tal ha sido el caso a lo largo de la historia humana. Sólo en la historia reciente la gente ha entrado en organizaciones de masas compuestas por miembros que no necesariamente se conocen o gustan un@s a otr@s. Tales organizaciones no se han formado a causa de su necesidad para la supervivencia. Durante más del 99% de la historia humana, la gente disfrutaba de asociaciones cara-a-cara dentro de acuerdos de familia extendida, y algunas culturas continúan haciéndolo. Aquell@s incapaces de llevarse bien en su grupo o tribu son libres para buscar compañía en otra parte o para vivir sol@s. Este modo de asociación funciona bien – l@s miembr@s de sociedades autosuficientes en pequeña escala pasan habitualmente de 2 a 4 horas al día ocupad@s en actividades de subsistencia. Aunque ocasionalmente pasen hambre, habitualmente comen en abundancia, y disfrutan de un tiempo de ocio mucho más amplio que aquell@s que viven en sociedades de masas. Las culturas indígenas que aún permanecen intactas hoy en día prefieren su modo tradicional de vida, y muchas están actualmente protagonizando una impresionante resistencia política contra las corporaciones y gobiernos que quieren forzarlas a formar parte de la sociedad de masas para que su tierra y trabajo puedan ser explotados. La gente raramente entra en organizaciones de masas sin ser forzada, ya que roban su autonomía e independencia.

El surgimiento de la civilización se basó en la producción masiva obligatoria. Cuando ciertas sociedades comenzaron a valorar la productividad agrícola sobre todo lo demás, sometieron forzosamente a todas las formas de vida dentro de la extensión de sus ciudades para ese propósito. Las comunidades de gente que deseaban cazar, pescar, forrajear, cultivar huertos o pastorear en la tierra para propósitos de subsistencia serían masacrad@s despiadadamente o esclavizad@s, y los ecosistemas que habitaban fueron convertidos en tierras de cultivo para alimentar a las ciudades. Sólo aquell@s que estaban dedicad@s por completo en el cultivo y en la producción animal fueron permitidos en los campos circundantes. L@s que vivían dentro de las ciudades eran prisioner@s, mercaderes, u oficiales públicos ocupad@s en tareas administrativas y de control social. La organización social ha pasado a ser más compleja, avanzada tecnológicamente y amplia en su alcance a través de los siglos desde el inicio de la civilización en el “Creciente Fértil” de Oriente próximo. Sin embargo, la vida no humana todavía es sacrificada y eliminada para el uso humano (y cada vez a una mayor velocidad), y l@s human@s todavía son forzad@s a vivir como los sirvientes de su cultura y sus instituciones dominantes como un requisito para la existencia. La supervivencia por medios directos está prohibida – para habitar una tierra, un@ debe pagar continuamente un alquiler o una hipoteca, lo que requiere la dedicación para alcanzar una posición económica en la sociedad, dejando insuficiente tiempo restante para la caza o el cultivo (y mucho menos tiempo de ocio para acompañarlo). La educación pública contribuye a garantizar que poca gente sea capaz de aprender a sobrevivir con independencia de la economía.

El capitalismo es la actual manifestación dominante de la civilización. La economía bajo el capitalismo está en gran medida dirigida por organizaciones que cuentan con la aprobación del estado llamadas corporaciones, que poseen el mismo status legal que l@s individuos, limitando y protegiendo así la responsabilidad de sus participantes. Las corporaciones existen con el propósito de beneficiar a l@s accionistas – l@s emplead@s por las corporaciones son legalmente requerid@s para perseguir el beneficio por encima de todas las demás posibles preocupaciones (p. ej., la sostenibilidad ecológica, la seguridad laboral, la salud de la comunidad, etc.), y pueden ser despedid@s, demandad@s, o sancionad@s si hacen lo contrario. El capitalismo deja muy poco espacio para que la vida no-humana florezca de un modo no servil (esto es, en ecosistemas salvajes, en lugar de en establos, jaulas de batería o plantas madereras), y casi ningún lugar para l@s individu@s que no quieren gastar sus vidas trabajando sin parar para la innecesaria e interminable producción de mercancías. La mayoría de la gente pasa casi todo su tiempo ocupad@s en un trabajo sin sentido, monótono, reglamentado y a menudo dañino física y mentalmente, para pagar sus facturas, o a causa de una absoluta necesidad financiera, o porque no saben que podría haber otro camino. Debido a la idiotización, alineación e impotencia que tanta gente experimente durante el curso de sus vidas cotidianas, nuestra cultura muestra unos altos índices de depresión, enfermedad mental, suicidio, adicción a las drogas, y relaciones disfuncionales y basadas en el abuso, junto con numerosos modos indirectos de existencia (p. ej., televisión, películas, pornografía, video-juegos, etc).

La Civilización fue el génesis del autoritarismosistémico, la servidumbre obligatoria y el aislamiento social, no el capitalismo per se. En el contexto de esta perspectiva, l@s divers@s socialistas, comunistas, y el amplio surtido de anarco-izquierdistas (sindicalistas, ecologistas sociales, etc) que pretenden abolir el capitalismo sin atacar la civilización en su conjunto son simplemente reformistas. La complejidad social que es la civilización se hace posible por la coerción institucionalizada. Los grupos políticos antes mencionados no desean acabar con la coerción, sino democratizarla – esto es, extender la participación popular a su aplicación.

Aparte de los repulsivo de animar a la gente a participar en actos opresivos, hay que señalar que la democracia directa es un ficción dentro del contexto de la sociedad de masas. En una asociación que se expande a una escala mayor de la que es posible para las relaciones cara a cara de sus participantes, la delegación de responsabilidades en representantes y especialistas se convierte en necesaria para que se lleven a cabo los fines de la asociación. Incluso si el consenso o el voto de la mayoría determina a quien se elige para participar en la toma de decisiones o las responsabilidades administrativas, l@s elegid@s nunca están por completo bajo el control del electorado cuando actúan cumpliendo con sus deberes. Un mandato estricto sobre las decisiones o el comportamiento de l@s delegad@s o especialistas implica la supervisión constante por el conjunto del grupo, lo que frustraría el propósito de una división del trabajo. El poder volver a llamar de forma inmediata a est@s delegad@s también depende de la posibilidad de tal control. Adicionalmente, l@s delegad@s elegid@s reciben más tiempo y recursos para preparar y presentar sus visiones y argumentos que una persona corriente, que les proporcionan por lo tanto una gran ventaja para ser capaces de salirse con la suya por medio de la manipulación propagandística y el engaño. Incluso si el grupo en su conjunto determina todas las políticas y gestiones (lo cual es de por si imposible cuando se requiere conocimiento especializado), y a l@s delegad@s solo se les asignan los deberes de hacerlas cumplir, todavía podrán actuar según su propia voluntad cuando no estén de acuerdo con las normas y estén segur@s de poder escapar al castigo por ignorarlas. La democracia es necesariamente representativa, no directa, cuando se practica a gran escala – y la democracia representativa es precisamente el tipo de sistema político practicado actualmente. La abolición de la jerarquía requiere el destronamiento permanente de gobernant@s y jefes, ya sean elegid@s o no, y por lo tanto también requiere que se rechace la sociedad de masas.

Dado que las organizaciones de masas valoran la producción más que la autonomía personal o comunitaria, son necesariamente imperialistas en su alcance, destruyendo o esclavizando toda la vida que se encuentre en su camino. Sin embargo, la producción no es un valor irrelevante u opcional del que la sociedad de masas pueda prescindir mientras continúa existiendo. Si las ciudades no son auto-suficientes en la producción de su propia comida, se apoderarán de las áreas circundantes para uso agrícola, volviéndolas inhóspitas tanto para los ecosistemas no-humanos como para las comunidades humanas auto-suficientes. Este área se expandirá en relación a cualquier incremento de la población o la especialización del trabajo que experimente la ciudad. Se podría argumentar que la producción industrial se podría mantener, mientras que al mismo tiempo se la haga disminuir considerablemente, dejando a los ecosistemas y a los pueblos no-industriales algún espacio para coexistir. En primer lugar, esta propuesta invita a preguntarse porqué la civilización industrial debería tener prioridad sobre las otras formas de vida, permitiéndose dictaminar a quienes no participan en ella a cuanto espacio exactamente tienen derecho. Es también cuestionable si es incluso posible para una sociedad alcanzar un “equilibrio” entre la opulencia de la alta tecnología y la sostenibilidad ecológica sin privar del derecho a participar en la toma de decisiones a grandes sectores de la población activa o empleando un detallado esquema de planificación social autoritario.

La complejidad estructural y la jerarquía de la civilización deben ser rechazadas, junto con el imperialismo político y ecológico que propaga a través del planeta. No es posible para l@s seis billones de habitantes actuales del planeta sobrevivir como cazador@s-recolector@s, pero es posible para aquell@s que no pueden cultivar su propia comida en espacios sensiblemente más pequeños (comparados con el tamaño de los agotados y envenenados campos de las agro-industrias de hoy), como se ha demostrado por la permacultura, la jardinería orgánica, y las técnicas de horticultura indígenas. Se requieren aparatos de gestión e instituciones de control social para administrar la producción e intercambio de mercancías dentro de una economía basada en la división del trabajo, pero no son necesarios cuando los individuos y pequeñas comunidades toman el control de sus propios medios de vida. El rol de la jerarquía y la reglamentación solo desaparecerá cuando la gente comience a de nuevo a encargarse de sus necesidades directamente mediante una relación inmediata con la tierra. El entorno vivo sólo se preservará y restituirá a su vibrante estado natural una vez que se desmantelen los instrumentos de la producción masiva. La anarquía y la autonomía sólo se desarrollarán una vez que la gente aprenda de nuevo a sobrevivir independientemente del cáncer que es la civilización industrial, y finalmente lo destruyan.

DESENFOQUE (POLÍTICO) DE LO SEXUAL: POR UNA SEXUALIDAD TOTAL x Pablo A

Pensemos en sexo y política. Pensemos en sexo como experiencia de plenitud, descomposición de identidades y desestructuración de sentidos. Pensemos en política como sutileza en la intersubjetividad, como modo de poner en obra la voluntad de/en la vida cotidiana, como discurso y lenguaje que fundamenta el accionar de lo-humano-en-interrelación. Pensemos en las vinculaciones de lo político con lo sexual* . Pensemos más bien en cómo la re-configuración de lo político implica el cuestionamiento de las formas y los contenidos de lo sexual, pero no porque esto último constituya el inconsciente de lo anterior – ni viceversa -, sino porque un proyecto de liberación de la vida cotidiana requiere de una perspectiva unitaria. Y porque sin duda nos gusta tanto lo público del sexo como lo íntimo de la política, y todas sus variedades que como enredadera se dan cabida en el universo.

Una sexualidad total es una re-configuración de lo sexual en un horizonte sin enfoques, en un descentramiento radical, en una experiencia de apertura infinita de la praxis sexual y del ánimo sensual. Es saliva, sudor y ternura; es juego, pathos y gruñido; es plenitud, decepción y ruptura. Es una completa levedad de los contenidos sexuales posibles hasta ahora, y una absoluta consistencia del sexo como forma posibilitante de cualquier sentido, dirección, textura, sonoridad que se quiera inventar desde allí. Una sexualidad total es un discurso en voz baja que articule la explosión que queremos vivir como sujetos modernos tardíos: disolución del yo, acontecimiento final, ya no pequeña sino gran muerte. Una textura latente, una obra de baja frecuencia, una húmeda y cálida experiencia.

La definición sexual como fetiche (homo, hetero, bi, alternativas de una misma urna de democracia sexual), el socratismo separativo traducible en distancia irreconciliable entre sexo y amor (queremos un cuerpo divino, ¡ahora!), la centralización del hecho de la penetración (¿no te has enterado que las lesbianas siguen siendo vírgenes?), el posicionamiento del juego amatorio como periferia (”tócame un rato, puedes lamerme también, pero mételo lo antes posible”). La regularidad mecánica de la praxis sexual (el Kamasutra-o-Rama del televangelismo pseudo-erótico puede irse al carajo), la normalidad hipersexualizada del ánimo sensual, la confección de un contexto íntimo alienado y naturalizado en esa alienación. Criminalización de la diversidad (conozco a un tío que folla con su amigo de 14 años: nunca he vuelto a ver en otro adolescente esa sonrisa de luz que el chicuelo trae cuando vuelve a casa contándole a sus padres la mentira de rigor para guardar el secreto), superada falsamente como recuperación capitalista de la diferencia (”ay, pero si yo también tengo un amigo gay”). Sexo como factum, y no como gestus. ¿Tengo que seguir enumerando el asco? ¿Dijiste que el sexo era imposible de colonizar, que iba a ser el último reducto de libertad? Esa mentira New Age funciona con la clase alta, nosotros somos más desconfiados y pesimistas. Pero sabemos gozar mejor.

He aquí el desafío: si ese lugar-momento de pureza contrapuritana ha sido inundado por la heroica putrefacción de la racionalidad instrumental, habremos de embellecernos para nuestro propio rito satánico de implosión sexual, llenarnos de gesticulación y color, para asistir en el parto de una sexualidad descentrada y desplegada libremente.

Quiero aparearme contigo en un sueño, ¿no quisieras lo mismo?

La economía del deseo (y tomada de la mano, o del pie, o el pezón: la economía del regalo) se nos ofrece fácilmente como una salida para nuestro sexo adolorido, pero ella misma no está libre de la recuperación que Ted Turner o Agustín Edwards puedan hacer en alguno de sus medios. Puede que ya no sea necesario poner a una voluminosa rubia o a un semental salvaje para mojarte las pantaletas. “Sé libre”, dirán, “cómete tantas pollas como puedas”. Prepárate para las campañas del Ministerio de Amor Libre - sólo en los mejores cines. En unos años querrán venderte poesía porno en pastillas, exacerbación afrancesada del cuerpo, poluciones nocturnas para toda la vida… ¡Y SIN VERGÜENZA ANTE SUS AMIGOS!

Descentrar el cuerpo no será una mera necesidad de la sensibilidad femenino-masculina. Es una tarea política de vanguardia (o retaguardia, si trajiste la vaselina): el reconocimiento de todos esos pliegues politizables en nuestro cuerpo, la celebración de cada erección, convertir los abrazos en orgasmos, la destrucción del capitalismo de tus pechos y el colonialismo de mi falo.

Tesis, antítesis, síntesis. Machismo, Mujerismo, Anarquismo: Primero ambos decimos que yo te penetro. Luego diremos que tú me absorbes. Finalmente seremos víctimas y agentes de un mismo acto desparramado de succión e inyección, de deglución e invasión. Trágame por la entrepierna que yo entro triunfal en ti. Ciertos hindúes dicen que la mujer es activa y el hombre es pasivo - yo digo que somos más andróginos de lo que creemos. O mejor: nunca más sexo en participio, sino pura participación multilateral. Nunca más “ser penetrado”, sino penetrar todo el tiempo. Nunca más “ser tocado”, sino tocar con cada lugar del cuerpo, con cada fragmento de epidermis, con cada soplido tras la oreja.

No será una obrita de arte privada: follaremos en cajeros automáticos, me dejarás lamerte la espalda en la fila del aeropuerto, ocultaremos los fusiles y el mortero bajo la ropa para que cuando te decidas a bajarme los pantalones en el museo todo vuele en pedazos y no sólo tú guardes en ese mausoleo púbico mi sangre blanca del amor - sino toda la ciudad, todo el país, todo el planeta.

La totalidad no-totalitaria de la sexualidad comenzará con estas palabras: “omnia novum subsole”, todo es nuevo bajo el sol, la disposición irracional de mi enamoramiento explosivo es una sola con tu agresiva gesticulación sexual: no hay amor sin sexo, no hay sexo sin amor. Eso que creíste que era sólo sexo, era pura mecánica. Eso que creíste que era sólo amor, era pura superstición. El espíritu es el que abraza, el cuerpo es el que ama. Tu novio a distancia es una mentira, el amor quiere humedecerte con su lengua, oír tus quejidos en vivo y en directo. Esa Historia de las flores-con-tarjeta y el chocolate-bien-envuelto se ha acabado: queremos follarnos en grupo hasta procrear bosques enteros de cacao y hechizarnos en secreto con nuestros dedos suaves, nuestros ojos hacia dentro, nuestro sentido de orientación subvertido catastróficamente.

La petit mort será una gran muerte algún día, y nunca volveremos a ser, nunca el ego volverá a constituirse, sólo habrá alucinación, Carpe Diem, destitución de la jerarquía subjetiva, disolución definitiva del Yo; seremos adherentes de un único partido, el Aquelarre Crónico de Sexualidad Inmediatista, una sociedad secreta de ayahuasca sexual; y todos los pequeñuelos besarán el mismo cielo, y todas las meninas querrán masturbarse con nosotros, y el mismo Presidente de la República se dejará secuestrar por nosotros, sin interés alguno en pagar su regreso al empobrecimiento generalizado de la vida monogámica.

Agrupados en permanente éxtasis nunca podrán atraparnos.

Descentrar el sexo es combatir contra el antiguo patrón patriarcal y contra la nueva moral-de-víctima del Progresismo Anti-Sexista. No es únicamente escapar del enmarañado sexo macho, duro y frío, sino también evitar que el correctismo político invada nuestros nidos de sexo-amor: no hagas que tenga vergüenza de mi sexo en llamas, de mi erección devota de la geometría euclidiana. Contra el falo-centrismo eyacularé falo-fragmentariamente, dispuesto a aceptar incluso con brutalidad salvaje este hervor subcutáneo que me invita a toquetearme y toquetearte. Los heterosexuales blancos defendiendo a las minorías sexuales me producen asco - y el orgullo gay es puro espectáculo invertido. Ir más allá del género no es disfrazarte con el vestido de tu madre o el traje de tu hermano: ir más allá del género es confundirte todo el tiempo con la infinita singularidad de amores y sexos que dan vueltas por el planeta, acabar de una vez por todas con la normalidad (normosis, la enfermedad del milenio) del género. Y no sólo porque es una construcción histórica que funciona excelentemente como excusa para dominarnos — más bien y principalmente porque nos limita a follar para reproducirnos, acariciarnos para follar y juguetear entre sexos opuestos, cuando lo único que queremos es la moral de los sabrosos Bonobo del Gran África: amistad sexual, frote genital a modo de celebración caótica, multisexualismo desparramado y una interminable Historia de ocio y juego y pérdida de tiempo.

Todo es nuevo bajo el sol: el sexo es una mirada caliente.

Todo puede ser un elemento sexual, siempre y cuando te decidas a babear y mojarte por ello. Estar cachondo es un estado espiritual, no hay zazen sin lengua dura, hacer el amor es exactamente lo mismo que tener sexo, es una sola sabiduría milenaria que está disponible para ti – y si no tienes éxito accediendo al inconsciente colectivo, bien puedes inventar tu propia pornosofía. No te preocupes si es que estás solo en el mundo. Siempre hay súcubos sedientos de una aparición nocturna bajo tus sábanas.

“Haz lo que quieras, ésta es la única ley”, dice la Gran Bestia. Voluntad de hierro a la vez que de fuego, derretimiento implacable e inacabable de cualquier dureza. La voluntad se derrama sobre sí como sangre recién vertida para la ceremonia – asimismo nuestra imaginación se escribe sobre el cuerpo húmedo que se dispone a amar.

Si lo sexual es consecuencia de lo político (si es que el mundo tiende estadísticamente a la monogamia heterosexual como consecuencia de una súper estructura patriarcal) entonces ataquemos de vuelta: descentrar el sexo será desarmar la estructura. Puede que duela los primeros días, pero te aseguro que tendrás tu recompensa – y si no estás satisfecha, ¡te devolvemos tu virginidad!

Y para tener más posibilidades de ganar la pelea, digamos que también lo político es consecuencia de lo sexual: si nuestras típicas concepciones respecto del sexo nos tienen acostumbrados a una vida autoritaria, opresiva y homogeneizante, infectemos al sexo con nuestro pathos libertario, con nuestra calentura anarquista, con nuestra perversidad polimórfica que aparece en cada asamblea, cada protesta, cada lectura clandestina, cada performance de terrorismo poético. Convirtamos nuestra “vida sexual” en acción directa.

Traigamos el cóctel molotov al camarote, Emma, que si no se puede follar al ritmo de sus consignas, no es mi revolución.

Estamos hablando de una alquimia subversiva que despliegue sobre el mundo toda esa energía concentrada en los genitales, tan sobrevalorados, tan sobreexplotados. En un mundo que no ha olvidado la “magia simpática”, las analogías totémicas, esa lógica del “como es aquí, es allá”, el centramiento de la sexualidad en la genitalidad penetrante da cuenta de un imaginario político de la jerarquía y la valoración de la rigurosidad erosionante del Capitalismo Demasiado Tardío. Si todo lo que hay son costumbres, construcciones ideológicas naturalizadas, nuestro trabajo es la brujería fina: romper el hechizo con la poética del cuerpo unitario, con la invención de momentos des-ilusionantes, con la apertura definitiva de un cuerpo total, que al estar desnudo su propia piel lo explique.

Mi cuerpo es un mundo, ¿vas a quedarte solamente en mi entrepierna?

*Previa a definir conceptos como “política” o “sexualidad” surge la necesidad de cuestionarse si es que todo eso que decimos de lo político o lo sexual tiene un hilo conductor que nos dirija hacia una definición. Por otra parte, hacer uso de las definiciones actuales conlleva peligros. He allí el interés por relacionar en profundidad política y sexualidad: aspectos de lo sexual devienen políticos y por relacionar en profundidad política y sexualidad: aspectos de lo sexual devienen políticos y aspectos de lo político devienen sexuales.