martes, 11 de agosto de 2009

¿Anarquía para las masas? x Janos Biro

En el texto “Ciencia moderna y anarquismo”, Kropotkin dice que el anarquismo es un movimiento social no muy diferente del socialismo. Él no nació de la ciencia o de la filosofía, sino del pueblo. El anarquismo siempre existió, porque el gobierno, de una forma o de otra, siempre existió. Esta dicotomía, necesaria e inevitable, representa la simple oposición entre la autoridad sobre el pueblo y el poder del pueblo en sí. Este poder del pueblo para auto-gobernarse es llamado cooperación mutua. Para él, esa cooperación es una característica natural que, también por motivos naturales, una minoría autoritaria siempre combatió.

Es necesario entender lo que se está llamando de pueblo. Por pueblo, Kropotkin entiende a cualquier grupo de personas que existe en una sociedad, pero él coloca en un sólo conjunto a los tribales y a los civilizados, como si la masa fuera sólo parte del desarrollo de una tribu, y en eso él coincide con Marx y Hobbes. Él coloca el anarquismo como una revolución permanente, pues según él el gobierno siempre existió y siempre va a existir. Esto quiere decir que el pueblo siempre se opuso a la autoridad, exactamente porque tiene el poder de auto-gobierno. Kropotkin extiende este poder de auto-gobierno del pueblo, que es la cooperación mutua, para las masas, o sea, este poder no es afectado por el tamaño o la complejidad social del grupo, sino sólo por la influencia de la autoridad de una minoría que quiere tomar el poder del pueblo para sí misma. Él cree que el interés general propicia la existencia de instituciones que mantengan la vida más pacífica posible. Son estas instituciones las que posibilitan la cooperación mutua, sin embargo, se considera que ellas surgen naturalmente, por que también se considera a la cooperación mutua como algo natural.

Un anarco-primitivista concordaría con que la anarquía es independiente de la ciencia y la filosofía, pero también entiende que no cualquier grupo humano puede ser auto-gobernado. Esto porque comprende que el surgimiento de las masas no fue natural, sino provocado por el desenvolvimiento de una cultura de acumulación y expansión. Si la cooperación mutua es natural, ella existe desde la existencia del primer ser humano, y ella se desenvuelve, como cualquier otra característica natural, por selección natural. Si esto fuese verdad, entonces se desarrolló para grupos pequeños, en los cuales nuestra especie surgió y vivió hasta hace muy poco tiempo. Fue sólo con la agricultura y con la cultura de la dominación que ocurrió la explosión poblacional humana. No había pueblo, había sólo personas con lazos de sangre.

Para el anarco-primitivismo, la masa es ingobernable, tanto por sí misma como por una minoría, porque es un resultado de un modo de vida muy reciente y que no está a disposición de las personas, pero sí al de la producción y el consumo. Si no hubiese pueblo no habría poder del pueblo para ser tomado por una minoría. Lo que habría sería la autonomía del individuo. El individuo no necesita de instituciones sociales para mantener su autonomía, porque ella es personal y natural. La única manera de impedir la autonomía personal es crear un concepto de interés intra-personal, o colectivo. El poder de la minoría o de la mayoría era imposible porque no había conflicto entre la individualidad y colectividad, y no había conflicto porque no había un concepto que los separase, así como tampoco hay separación entre ambos para otras especies.

La cooperación mutua no es una forma de impedir la “guerra de todos contra todos”, porque ella sólo puede darse cuando no hay una conciliación posible entre los intereses personales y los intereses colectivos, lo que sólo sería posible es que ambos tuviesen desarrollos con direcciones diferentes. La capacidad de conciliar los intereses personales y colectivos como si fuesen uno sólo debe anteceder a las instituciones que presuponen esa separación, porque esta separación no existió durante la mayor parte de la historia humana, y el ser humano no sólo no podría mantener la estabilidad poblacional sino que probablemente no sobreviviría. Además de eso, ambas cosas no pueden desarrollarse de formas distintas si están sujetas a la misma presión selectiva. Lo que perjudicaría al individuo perjudicaría a la colectividad, y viceversa.

Sólo en un modo de vida donde hay otros intereses, que no están destinados a la supervivencia, como la acumulación y la expansión, el interés colectivo puede entrar en conflicto con el interés individual, y tal conflicto sólo puede resolverse si uno de los dos cede en nombre del otro. Kropotkin, como Rousseau, creía que el interés de un grupo podría coincidir con el interés personal de cada miembro, aunque tal grupo tuviera un tamaño y una complejidad que no fuesen experimentados por la humanidad durante un tiempo suficiente para que nosotros podamos adaptarnos biológicamente a ellos, aunque este modo de vida continuase basándose en la acumulación y en la expansión. Aunque ambos concordasen en que la superpoblación y la aglomeración de personas es un obstáculo para la autonomía, ellos jamás entraron en una crítica profunda de las causas del crecimiento poblacional, en general tratando esto cómo algo natural e inevitable, y no una consecuencia de la explotación y del dominio sobre la naturaleza.

Algunos aún dirían que la masificación es independiente del número de miembros que tiene una sociedad, por que es sólo una forma de relación entre ellos. Tal afirmación es absurda. La masificación es resultado de la adicción de la cantidad, y ella no puede haber sido posible sin sacrificar la calidad, en ningún grupo. Aún siendo posible que grupos sociales de miles de miembros convivan, tienen un límite numérico que, de ser traspasado, desestabiliza su capacidad de cohesión. Además de eso, insectos y otros seres que viven en grupos grandes evolucionaron con una estrategia reproductiva completamente diferente. No hay en el planeta ningún mamífero de gran porte que viva en grupos grandes. Su estrategia reproductiva se basa en una mortalidad baja, para equilibrar una natalidad baja. Si hubiese alguna forma de maximizar la supervivencia tanto para la cantidad de personas vivas, aumentando la natalidad y disminuyendo la mortalidad, como para la calidad de la vida, la falta de racionalidad no sería un impedimento. Nuestra llamada racionalidad nos permite crear tecnologías en una tasa acelerada, pero crear tecnologías no presupone mejorar la calidad de vida, como indica la igualmente creciente tasa de suicidios, depresión y dependencia de drogas.

Todo indica que no hay anarquía de masas. Para defender la anarquía, debemos oponernos a la masificación, no sólo en el sentido de alienación de las masas, sino en el de dinámica poblacional. Concienciar a las masas no es suficiente, y si el único interés de esa concientización es transferir el poder del gobierno para las masas, de nada habrá servido, sólo habremos transferido el problema. Autonomía no es el poder del pueblo sobre el gobierno, es la independencia de todo tipo de gobierno.

No hay comentarios: